06 enero, 2007

Esos locos rencorosos

Hoy hojeando la web del 20 minutos he encontrado una frase de Figo que me ha hecho mucha gracia, y me ha parecido un buen tema sobre el que divagar.
El señorito portugués, que va a jugar el año que viene en Arabia Saudí con un contrato que instaurará un record sin precedentes en el fútbol (para que luego diga que no toma las decisiones por dinero... yo no digo nada), dice que no viene por Barcelona porque en la calle "podría encontrarme con algún loco".

Resulta curioso, pero es verdad que desde determinadas partes del deporte, pueden surgir amenazas tan desconocidas como inesperadas.
Figo no puede andar por la Ciudad Condal porque no sabe quien de todos es el culé que se la está guardando desde hace tanto y le va a salir de detrás de una esquina con un bate de beisbol...

A mí, y supongo que a muchos árbitros, me ha pasado lo mismo.
Resulta difícil acordarte de todos los jugadores que has arbitrado, más cuando en las categorías inferiores, nadie es famoso.
Imaginaos pues acordarse de cualquier aficionado que estuvo en desacuerdo con nuestra manera de actuar en tal o cual encuentro.
Pero hay gente con una memoria portentosa. Cinco meses despues de tu metedura de pata en aquel fuera de juego que supuso el empate en el minuto 87... el se acuerda de tu cara.
Y lo que es más, te asalta por la calle con la misma mala leche que le invadió en el momento de la jugada. Ahí ocurren dos cosas:
1) Posiblemente no sepamos de qué nos está hablando.
2) Probablemente no nos acordemos de la jugada en cuestión.
3) Seguramente tengamos algo mejor que hacer que discutir sobre algo que no nos lleva a ningún lado.
4) Habitualmente, seguimos pensando que nuestra actuación fue correcta y, por tanto, nos fastidia bastante que pretendan volvernos locos en retrospectiva.

Bastante tenemos con la polémica momentanea como para que lustros después se siga removiendo.
Y si hay intención de hacerlo, que sea desde el respeto, la buena educación y, si es posible, una pizca de buen humor.
Mi momento incómodo particular de este mes fue cuando, al llegar a mi nuevo puesto de trabajo en una tienda de videojuegos, me encontré con que el que iba a ser mi compañero durante un mes era... jugador del Burtzeña. Semanas antes expulsado por mí mismo tras llamarme "niñato prepotente".
A día de hoy, nos llevamos incluso bien. Pero todo ello gracias a que, tanto por su parte como por la mía, somos conscientes de que aquello sucedió durante un juego en el que, uno como el otro, estabamos fuera de nuestros roles habituales.

Yo en el campo soy árbitro. Por tanto debo imponer orden y ser respetado.
Fuera ya sabeis que soy mucho más accesible y simpático. A las pruebas me remito ;)

No hay comentarios: