27 noviembre, 2006

Lo que se sufre 'desde la barrera'

No voy a decir que siempre apoye al árbitro. Ni que sea el buen samaritano que está en San Mamés defendiendo al pobre "cuervo" de las inmundicias verbales que todo el mundo le lanza... En ese tipo de ocasiones me gusta ser un forofo más. Al fin y al cabo, el tio ese de ahi abajo hace lo mismo que yo, cobrando vete tu a saber que burrada de veces más, y ayudado por personas y tecnología mucho más avanzadas de lo que yo dispongo. Que se aplique. Le chillo, y canto si se tercia el "hoy tu de negro, mañana tu familia".

Pero al sufrimiento que yo me refiero es cuando voy a ver a un igual. Alguien de mi nivel. Alguien a quien posiblemente además conozco. Un tio que sabes que es una persona de puta madre, y que se dedica a esto del arbitraje por el gusanillo este de la vocación.
Sabes que tiene buena voluntad, que lo hace lo mejor que puede... y ves que la gente lo destripa con la mirada y las palabras sin que tú puedas hacer nada, salvo un "Callese que no tiene ni idea" cuando la cosa ya pasa de castaño oscuro.
Cuando estás en el campo te evades, y piensas en hacer bien la próxima jugada, en estar atento a lo que pueda pasar... pero en la grada viendo al amigo, te das cuenta de que realmente da igual cómo lo vayas a hacer en esa jugada, el público quiere criticarte por que sí, quizá como parte de alguna retorcida terapia.

Lo aceptamos y sobrellevamos lo mejor que podemos, procurando no enfrentarnos con algún cafre que busque problemas y estando ahí en el descanso para animar: "Lo estás haciendo bien, tu ni caso, va de fábula".
El problema viene cuando, desde la grada, eres testigo de cómo uno de tus amigos esta siendo el protagonista (se podría incluso decir que el autor) de un espectáculo lamentable. Desde lo alto de la grada ves que está perdiendole la medida al partido, que los acontecimientos se le echan encima y que la gente aprovecha su momento de debilidad para presionarle aún más y ver si pierde los papeles.
No tenemos reacción para esas cosas. No vale un "¡Esta bién, arbi!" porque el sabe tanto como tu que no lo está. Los árbitros solemos darnos cuenta de cuando algo se nos esta llendo de las manos, lo cual no quiere decir que en ese momento sepamos cómo remediarlo.
El caso es que tu estas en la grada, rodeado de energumen@s que solo quieren confundir a ese árbitro al que tu has ido a ver... y queda mirar el reloj y esperar a que llegue el último pitido, para tener una charla sobre los errores que no se pueden volver a cometer.

La gente tiene que pensar un poco. Está bién que cada uno luche por lo que es suyo: quejemonos al árbitro por ese fuera de juego que se ha comido, pidámosle amonestación por aquella entrada tan fea... pero que sea con un poquito de criterio. Que las protestas no se conviertan solo en un elemento de presión con el objetivo de que el colegiado falle más y más.
Cuando vayais a ver un partido de fútbol, no penseis en lo que le diríais a ese árbitro, ni tan siquiera en lo que os gustaría que os dijesen si vosotros fueseis ese árbitro: pensad en lo que le diríais si ese árbitro fuese un amigo vuestro.
Si llegasemos a ese punto, el público podria llegar a ser una ayuda para nosotros, en lugar de un enemigo.

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