14 noviembre, 2006

¿Urgencias? Manda huevos ¬_¬

Hay una campaña en televisión que tod@s habreis visto. Si no protegemos al lince se extinguirá, si no cuidamos los bosques pasará una desgracia climática y, para acabar, si no usamos bien los antibióticos dejarán de funcionar.
Anteriormente habíamos visto otra cómica campaña en la que una ciudad llena de doctores se recetaba medicamentos en cualquier parte, desde el ascensor, hasta el kiosco o la pescadería.
Todos tenemos claro que la automedicación es mala... pero cada vez que asistimos o nos es contada una experiencia con el servicio de Urgencias de un hospital, dan ganas de quedarse en casa a morir tranquilo.

Voy a contar un caso de alguien al que llamaremos señor X (aunque a estas alturas a pocos voy a engañar después de mi ausencia a clase los dos últimos días y mis paseos por el barrio con este paso renqueante...).

El caso es que el señor X, que tiene esa denominación señorial por su posición y no por su edad, es un ciudadano como cualquier otro en un barrio vizcaíno.
Su problema viene cuando de buenas a primeras, y en la comodidad de su hogar, le asalta un terrible dolor en lo que venía siendo su testículo derecho.
En esta parte del relato la pasibilidad de la lectora femenina contrastará con la más que posible mueca desagradable por parte de los chicos. La primera reacción es la de ignorarlo. Hacer como que no ha pasado nada, está bien... pero pasan unos minutos y la cosa parece ir a peor.

Un problema bastante feo y que, por supuesto, hace que el señor X se ponga nervioso. Aún así conserva la calma suficiente como para darse cuenta que bajar al ambulatorio que tiene a pocos pasos de su casa, le condenará a una larga espera en una sala repleta de gente (posiblemente conocida) que le verá contener su dolor y es probable que haga la incómoda pregunta:

- "¡Uy! ¿Qué haces aquí? ¿Te pasa algo?"
(como si la gente fuese al médico por gusto, que cotillas somos, dios santo ¬_¬)

La alternativa más rápida y cuya fiabilidad puede ser mayor está ahora mismo delante vuestro: internet.

El señor X teclea cuatro palabritas y observa que según los síntomas que se recogen en la página, lo suyo es un caso de los de "Se debe llamar al médico si...".
No hay mas tu tía, derechito al ambulatorio aprovechando que a esas horas del medio día no hay mucha gente por la calle, llega al centro sanitario en cuestión para ver una sala de espera abarrotada y unas nutridas colas para hablar con los operadores telefónicos que se encargan de las citas.
Colocado en la cola, escucha a un hombre pedir cita "de urgencia" y la respuesta de la empleada que le dice

- "Imposible, hasta mañana nada".

La angustia de no saber si va a ser atendido, el dolor en las citadas partes y el nerviosismo, sumado a las naúseas que estan empezando a aparecer, hacen que el señor X parezca muy convincente cuando llega al mostrador y pide que le atienda un médico.

Afortunadamente, la cola le ha llevado hasta la ventanilla atendida por un hombre, que no necesita muchas explicaciones y, solo con oir los sintomas pone cara de angustia y dice

- "Ahora mismo, espera un segundo".

Coge el teléfono e inmediatamente una doctora sale de su consulta y hace pasar al señor X.
Las explicaciones del enfermo preocupan a la doctora, y no solo extiende un volante para Urgencias, si no que llama al servicio de ambulancias para el traslado a Cruces.

Aquí empieza lo lamentable... la ambulancia tarda unos 25-30 minutos en recoger al paciente, y luego otros 10-15 en llegar al Hospital. Con los trámites previos y las pruebas de rutina, han pasado unas 2 horas desde que el señor X buscó asistencia sanitaria, media hora aproximadamente desde que empezó a sentir el dolor.
Remontandome otra vez a la enciclopedia médica de la red, la posibilidad de una torsión testicular sigue en pie... y la urgencia con la que la doctora se lo ha tomado todo no tranquiliza.
Además tenemos el hecho de que:

"Si la torsión se corrige dentro de las 6 primeras horas, se pueden salvar la mayoría de los testículos"

¿Eso es bueno? ¿¡"Salvar la mayoría"?! ¿Y después de ese tiempo? ¡Ya ha transcurrido casi la mitad!
A estas alturas el señor X se arrepiente de la maldita consulta en internet y preferiría volver a la ignorancia de, simplemente, sentir dolor.

Pasa un ratito más, ahora sentado en la rebosante sala de espera, buscando una postura que pretende ser comoda (sin conseguirlo demasiado). Al final un celador dice su nombre y, tal y como él había hecho en todo ese rato con los demás pacientes, la gente mira como se acerca a la puerta, haciendo suposiciones sobre su dolencia.
Llega el urólogo (que bien podía ser llamado 'tocapelotas' porque lo era en un sentido mucho más amplio que el literal de la palabra) y tras las pruebas de rigor, en lugar de tranquilizar, comunica al señor X que va a pedir una ecografía de urgencia.

El señor X vuelve a la sala, solo le faltan las pistoleras para parar a alguien en el pasillo y decirle aquello de:

- "Este hospital es demasiado pequeño para los dos, forastero"...

Entonces se da cuenta de que algo va mal.
Está pensando en esas tonterías cuando hace 2 minutos un urólogo ha dicho preocupado que necesita hacerle una ecografía.
Esto es lo que pasa con Urgencias. Desesperan tanto a los pacientes que los insensibilizan. Estan ahí, hacinados, viendo como hay algunos peor que ellos, otros que lloran, otros que tienen que aguantar a insoportables familiares, otros que visiblemente solo abusan del cuento... y, como defensa, o te cabreas y montas el pollo, o te ríes. Reirse es la mejor opción. Reirse de uno mismo la más divertida.

Asi que el señor X es sentado en una silla de ruedas y llevado a otra zona del Hospital donde, tras esperar un par de minutos, un celador confiesa avergonzado que se ha equivocado, y que le ha llevado a la sala de rayos. Para la ecografía debe volver a la sala y esperar una vez más.
El señor X está teniendo, en contra de su costumbre, una impresionante tolerancia a que le 'toquen las pelotas' (hablando malamente), pero al fin y al cabo, es a lo que ha ido.
Un nuevo celador, con aspecto más competente, le lleva de nuevo al ascensor, y le 'deposita' (que eso es lo que hacen con los pacientes) en otra sala de espera:

- "Ahora vendrá la doctora".

X (a quien a estas alturas ya podemos tutear, más por vagancia del autor que por otra cosa) se resigna y vuelve a esperar. Pero no puede evitar hacer unas cuantas cabriolas con la silla de ruedas, recordando viejos tiempos.
Aquí vuelve a darse cuenta de que no es serio. Toda la angustia por la que a duras penas controlaba los sollozos en la cola del ambulatorio, ¿dónde estaba?. No estaba siendo un enfermo digno, joder, le quedaban 2 horas y media para superar 'el limite' que decían en el otro lado, y se le estaba olvidando la importancia de lo que hacía allí.

La ecografía un fraude, X se pregunta por qué si a las mujeres les ponen la pantalla de forma que puedan ver a su bebé a él no le permiten echar un vistazo, y tras una rápida exploración la señorita licenciada en medicina (no confundir con doctora porque mi padre podría enfadarse) dice por fin a X lo que quería oir. Que no se preocupe.
Efectivamente, hay torsión, pero el flujo sanguineo no parece haberse cortado, y no va a ser necesaria una intervención... pero bueno, los detalles los deja para el 'tocapelotas' que de eso sabe más que ella.
El celador llega para traerle de vuelta y pregunta (que falta de discreción y de profesionalidad, me parece) a ver qué tal, X le mira indignado por su intromisión donde no le llaman y le dice que muy bien, que es una niña.

Lo malo del resultado de la ecografía es que el caso de X ha perdido parte de la urgencia que tenía. Asi que la última espera en la maldita sala es la más larga de todas. Al final el urólogo aparece, le hace pasar a su consulta y soluciona el problema con bastante sencillez (que no tiene necesariamente que ir de la mano con la ausencia de dolor x_X).
Un par de medicamentos, un antiinflamatorio (y el correspondiente protector de estomago) son las recetas que el señor X recibe.

- "Vaya a su médico de cabecera la semana que viene para que le haga el seguimiento".

Perfecto. El maravilloso viaje del señor X por el Hospital, ha durado unas 5 horas (6 desde el descubrimiento de su dolencia [¡HORA LIMITE!] ) y, realmente, ha estado menos de 40 minutos en manos médicas, una hora si contamos el viaje de ambulancia.

Este extenso ejemplo solo me sirve para plantearos una pregunta: ¿Como, a la vista de todo esto, esperan que la gente acuda al médico a la más minima dolencia si luego le tratan así?
Perder un dia entero de trabajo para ser atendido por algo que luego puede resultar una nimiedad no está al alcance de todo el mundo.
¿A quién le extraña que ante un dolor de cabeza o un tirón muscular tod@s tiremos de una aspirina o el reflex y sigamos adelante?

No se cúal es la solución ni si la hay. Pero creo que gran parte de la culpa la tienen todos aquellos que van al médico por puro cuento. El tiempo que ellos gastan sin necesidad, lo roban de las personas que realmente deberían utilizarlo.
Por el otro lado, la simpatía, la diligencia y la corrección en el trato de algunos profesionales médicos deja mucho que desear. Luego se quejan mucho, pero algunos de ellos tratan a los enfermos como si les estuviesen haciendo un favor: es su trabajo, su deber.

Bastante tiene uno con lo que tiene, sumado a la espera, el aburrimiento y el nerviosismo de su dolencia, como para encima tener que aguantar a algún amargado por su trabajo.


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