13 noviembre, 2006

Una tarde en la banda

Nadie entiende a los árbitros. Ahora como espectador me modero, pero recuerdo cuando no sabía que era esto y decía las mismas frases que ahora me cabrea tanto recibir "No ha querido verlo", "Pita lo que le dicen", "Míralo, siempre pita lo más fácil".
Sin embargo hay un minimo aura de respeto hacia "el cuervo" que se pierde definitivamente en la figura de otro personaje futbolístico igual de importante: el juez de linea.

Linier, árbitro asistente, el [inserte su insulto aleatorio aqui] de la bandera... da igual como lo llamemos, todos sabemos que nos referimos al árbitro que corre durante todo el partido de aquí para allá y que se encarga del mayor marrón del encuentro: el fuera de juego.
También sabemos que puede pitar faltas, que se encarga de marcar si un saque corresponde a tal o cual equipo... pero la verdad es que no lo tenemos muy claro.

El sabado (dia 11) tuve una excelente demostración de ignorancia en este campo. A las 17:00, partido de Division de Honor Territorial Vizcaína: UGAO vs. DEUSTO.
La gente no es consciente de lo que ha habido antes del partido: ha habido un sitio de reunión, el árbitro ha recogido a sus asistentes, se han presentado, han hablado un poco para conocerse y poder tener en cuenta ciertas cosillas que luego en el partido sean importantes, y se han plantado en el campo algo más de una hora antes del comienzo.
Ahí han empezado a trabajar: una charla técnica sobre las manias y/o costumbres de cada uno, el árbitro explica como quiere que se le ayude, se comprueba el equipamiento del campo, se rellena el acta... y entonces se salta al campo; y eso es lo único que la gente ve.

El linea tiene asignada una zona por una simple razón: su misión es ayudar al árbitro. Donde el "arbi" no ve, su asistente debe mejorar la percepción de la jugada. Asi que de nada sirven los gritos de "Pítale tú" cuando hay un salto en el centro del campo o "Linea, ¡penalty!" en una jugada que discurre por la banda contraria a donde se encuentra el asistente.
El funcionamiento de un trio arbitral se basa en la confianza en la percepción de los otros miembros y, el que mejor colocado esté para ver la jugada es el que manda.

Volvemos a Ugao, donde en el minuto 30 y poco empezó lo emocionante para nosotros, un balón en el larguero, bota dentro de la meta local y vuelve a salir. El linea, yo. Agarro mi banderín y salgo por piernas hacia la linea del medio campo. En esa carrera que no dura 10 segundos, recibí mas insultos que en toda la jornada anterior junta.
Un poco de coherencia. No puedes exigir que un árbitro "pite lo que vea" si luego cuando lo hace la bronca que le montas es de esas proporciones.
De hecho, el numerito que se montó en el banquillo de los de Miravalles acabó con tres componentes del cuerpo técnico en la grada.

En el segundo tiempo fue al revés. Las decisiones comprometidas fueron a favor de los locales, y las amenazas de linchamiento, tortura y posterior muerte, se conviertieron en ofrecimientos de jamones, copas, favores sexuales y contratos de trabajo. ¿Por medio? Solo un penalty.
El ser más odiado del rectángulo de juego puede ser en un momento "como un hermano" sin que haya cambiado en nada su forma de actuar. Seguiamos pitando lo que veiamos, pero ahora al público le gustaba.

El juez de linea tiene que aguantar el tener tremendamente cerca a un mismo sector del público durante los 90 minutos, y se hace duro. Al principio puede ir bien, pero el primer fallo que cometas (o que ellos crean que has cometido) lo vas a arrastrar hasta el final, y los momentos de aburrimiento se rellenaran con comentarios acerca de cualquier cosa, desde el corte de pelo, a tu aspecto serio, o el tamaño de tu nariz (por lo visto, y a observación de un señor que parecía saber de qué hablaba, me pongo de perfil y parezco un 1).
Siempre hay comentarios chistosos en los que tienes que aguantar la sonrisita, como un tipo exigiendome agacharme porque mi estatura no le dejaba ver, habiendo pagado la entrada "como todos los demás", o la cantinela contra los lesionados rivales que al parecer "tenían golpe".
Y, más que nada, el momento en el que más te cuesta no girar la cabeza es cuando oyes una voz timida que dice: "dejad en paz al chaval, que tiene razón. ha entrado un metro, no te dejes comer la cabeza, que lo estás haciendo bien".

Por eso hago un llamamiento. (¿P'a que? Pa ná seguramente) Dejadnos en paz un poquito. Es tremendamente difícil estar concentrado en tu trabajo y ser neutral cuando tienes a un puñado de energúmenos poniendote verde a tu espalda.
Los árbitros lo agradecerán y seguro que, aunque no sea a vuestro favor, las decisiones que tomen sean mucho más acertadas.

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